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Animales que curan
Por Sarah Burke
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No sólo nos brindan alegría, también otros sorprendentes beneficios. 

Nació adicto a la cocaína. Nunca fue un niño socia­ble, y dejó de hablar a los cuatro años. El día en que la terapeuta Mary Burch comenzó trabajar con él, permaneció sentado, sin expresión alguna y sin manifestar interés en los juguetes que había en el consultorio. Más adelante, Mary llevó a su perro, un pastor collie, y en la quinta sesión el chico acabó por hablar; llamó al animal con un murmullo. Pronto comenzó a abrirse con la terapeuta, y ocho meses después estaba inscripto en una clase preescolar normal.

"Los perros no pueden resolver­lo todo", dice Mary Burch, "pero el mío fue el catalizador que este niño necesitaba".

La idea de que los animales son buenos compañeros para los enfer­mos data por lo menos de la década de 1790, cuando en una casa de retiro cuáquera de York, Inglaterra, se instaba a los huéspedes a pasar ratos con animales males pequeños. Y en años recientes, ciertos científi­cos han encontrado eviden­cias de que el contac­to con animales puede aminorar el ritmo cardiaco, calmar a niños que sufren alteraciones emocionales, ha­cer que las personas poco comunica­tivas conversen, y aumentar las posi­bilidades de supervivencia de los enfermos.

Los mecanismos mediante los cua­les los animales influyen en la salud todavía constituyen un misterio. Una posible explicación es que su compa­ñía está exenta de complicaciones, según señalan algunos científicos. Es decir: que no replican, ni critican, ni dan órdenes. En cambio, repre­sentan algo de lo cual las personas pueden responsabilizarse, y la posi­bilidad de tener un contacto físico sin conflictos.

Estos seres poseen, además, la sin­gular virtud de hacer más comunica­tiva a la gente. Ciertos investigado­res han descubierto que a las personas que reciben visitas en los sanatorios o en los asilos les mejora el ánimo cuando sus visitantes llegan con al­guna mascota. Los pacientes que tienden a agredir físicamen­te se vuelven más tolerantes en presencia de animales.

La cría de animales puede resultar terapéutica. En Green Chimneys Children's Services, una institución con sede en Brewster, Nueva York, un grupo de niños afectados emocionalmente atienden a diversos anima­les de granja y llevan a cabo un programa de rehabilita­ción de la vida silvestre. Curar las alas rotas de un ave parece sanar también la psique de los pequeños, lo cual no sorprende mucho a Sam Ross, el director de Green Chimneys.

"Al cuidar a un animal inválido y verlo sobrevivir, uno siente que también puede sobrevivir", comenta Ross.

Pero los animales no sólo proporcionan beneficios psicológicos. Influyen, asi­mismo, en la fisiología. Según Erika Friedmann, profesora de ciencias de la salud y la nutrición, el ritmo cardiaco, por ejemplo, es más bajo cuando una persona está sentada tranquilamente en presencia de un ani­mal amistoso. En un estudio de un año de duración, Erika descubrió que la tasa de supervivencia de enfer­mos del corazón que tenían mascotas en su casa era más alta que la de los enfermos que no las tenían. Otro estudio demostró que los dueños de animales domésticos visitan al mé­dico menos que quienes carecen de dicha compañía. Quizá, sugiere Ju­dith Siegel, profesora de salud pública, la relación con una mascota constituya una nueva forma de "tera­pia a bajo costo".

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